Cáncer de cuello uterino, mama y estómago: ¿sabes cómo prevenirlos?
El cáncer continúa siendo una preocupación de salud pública en todo el mundo, y las mujeres se encuentran particularmente en riesgo de ciertos tipos de esta enfermedad. En Perú, el cáncer de mama, cuello uterino y estómago encabezan la lista de los tipos de cáncer más comunes entre las mujeres, según los informes del Ministerio de Salud (MINSA), y su impacto en la sociedad es innegable. Ante esta realidad, es fundamental abordar tanto la prevención como la conciencia sobre estas enfermedades para combatirlas de manera efectiva.
El Dr. Yan Carlos Vargas Caycho, Oncólogo – Radioterapeuta y director de Oncodrip, recalca que la mayoría de casos de cáncer están asociados a factores de riesgo modificables, es decir, a costumbres que incrementan el riesgo de desarrollar neoplasias malignas como fumar, beber alcohol, sedentarismo, obesidad, sobrepeso y una alimentación inadecuada.
“Un estilo de vida saludable y controles médicos periódicos ayudan a prevenir muchas patologías y permiten realizar un diagnóstico temprano para administrar el tratamiento más adecuado para cada caso», señala el especialista, destacando que el cáncer en sus fases iniciales tiene altas probabilidades de curación.
Aprenda a cuidarse. Deje atrás malos hábitos.
Cáncer de cuello uterino
La Asociación Americana de Cáncer señala que el 90% de los casos de cáncer de cuello uterino está asociado al virus del papiloma humano (VPH). Esta infección, común y transmitida principalmente durante relaciones sexuales o contacto de piel con piel infectada, puede prevenirse mediante la vacuna contra el VPH.
“Lo ideal es que las niñas se inmunicen entre los 9 y 12 años de edad, cuando las vacunas son más efectivas. Sin embargo, las adultas jóvenes también pueden protegerse”, refiere el especialista, quien sostiene que esta vacuna además protege contra otros tipos de cáncer, como el de vagina, vulva, boca, garganta y pene, por lo que también se recomienda su aplicación en niños.
A partir de los 25 años, se aconseja que las mujeres se realicen anualmente una prueba de Papanicolau y una prueba de VPH para detectar en forma precoz cualquier cambio celular o condición que pueda favorecer el desarrollo de esta neoplasia.
Cáncer de mama
El cáncer de mama en nuestro país afecta principalmente a mujeres mayores de 35 años, aunque en los últimos años se ha observado un aumento de diagnósticos en mujeres jóvenes de 20 años. En Lima y Callao, su incidencia supera al cáncer de cuello uterino, según registros del MINSA. Por esta razón, es crucial adoptar el hábito del autocuidado.
El autoexamen de mamas es la primera medida para detectar rápidamente cualquier bulto o anomalía en los senos. Se recomienda comenzar este examen a los 20 años, 10 días después del primer día de menstruación; y a partir de los 30 años, se aconseja acudir a una revisión con el mastólogo al menos una vez al año.
A partir de los 40 años, se recomienda a las mujeres realizarse una mamografía para evaluar el estado de sus senos. Sin embargo, si existen antecedentes familiares de cáncer de mama, se debe comenzar con las mamografías a los 35 años y complementarlas siempre con una ecografía mamaria.
Cáncer de estómago
La infección crónica por Helicobacter pylori y el reflujo gastroesofágico aumentan significativamente el riesgo de desarrollar cáncer de estómago. “En Perú, esta neoplasia es muy letal, ya que el 80% de los casos se diagnostica en un estado muy avanzado”, advierte el Oncólogo.
Algunos síntomas de esta enfermedad incluyen dolor abdominal, pérdida de peso inexplicada, sensación de saciedad temprana, dificultad para tragar alimentos, náuseas y vómitos recurrentes. Para disminuir la posibilidad de desarrollar este cáncer, se sugiere seguir un régimen nutricional balanceado, mantener un peso adecuado, no comer carnes rojas, no tomar agua de caño, así como desinfectar bien los alimentos. Además, es fundamental evitar el tabaco y el consumo excesivo de alcohol.
Se aconseja a las mujeres mayores de 40 años realizar una endoscopia digestiva alta de manera regular para detectar lesiones precancerosas y cáncer gástrico en etapas tempranas, lo que puede aumentar significativamente las tasas de supervivencia y el éxito del tratamiento.