Lima, noviembre de 2025.- La vitamina C intravenosa está ganando espacio como una alternativa complementaria en el manejo del dolor y la recuperación clínica. Su uso, aplicado en dosis altas y bajo estricta supervisión médica, se investiga cada vez más como un apoyo para personas con dolor crónico, inflamaciones persistentes o procesos postquirúrgicos.
Durante la Semana de la Ciencia de la Universidad Norbert Wiener, el Dr. Keveen Salirrosas, decano de la Facultad de Ciencias de la Salud, explicó que esta terapia se sostiene en el potente efecto antioxidante de la vitamina C, capaz de reducir la inflamación y disminuir el daño celular asociado a diversas patologías. Según señaló, su aplicación intravenosa actúa directamente en el torrente sanguíneo, permitiendo una absorción más eficiente y una respuesta más rápida en los tejidos comprometidos.
“La vitamina C intravenosa actúa neutralizando los radicales libres generados por procesos inflamatorios y ayudando a restablecer el equilibrio celular. Su aplicación puede favorecer la recuperación de tejidos y aliviar el dolor en determinados cuadros clínicos”, afirmó el especialista.
Los avances de la literatura científica respaldan este enfoque. Estudios publicados en J Foot Ankle Surg (2021), Antioxidants (2023) y Pain Medicine (2024) han documentado que la vitamina C administrada por vía intravenosa puede contribuir a reducir el dolor persistente en personas con inflamaciones crónicas, molestias musculares o malestar posterior a una cirugía. Estas investigaciones señalan que su impacto se debe a la modulación de procesos inflamatorios que suelen incrementar la percepción del dolor.
A diferencia del consumo oral —ya sea en tabletas o en alimentos—, la administración intravenosa evita la degradación gástrica y permite que el organismo utilice concentraciones más altas del nutriente. Esto potencia su acción antioxidante y antiinflamatoria. Sin embargo, este beneficio también implica un riesgo si se aplica sin supervisión profesional.
El Dr. Salirrosas enfatizó que este tratamiento no reemplaza a los medicamentos tradicionales ni debe considerarse una solución milagrosa. “No se trata de una terapia milagrosa ni de una moda, sino que su excelente valor terapéutico se está entendiendo en los últimos años gracias a estudios de nivel I-A realizados para diferentes patologías. Las dosis, la frecuencia y el tipo de paciente deben evaluarse con criterio profesional. La automedicación puede causar efectos adversos, especialmente en personas con enfermedades renales o metabólicas”, precisó.
El procedimiento, por ello, debe realizarse únicamente en entornos clínicos controlados, donde profesionales de la salud evalúen la historia médica del paciente y definan la cantidad adecuada. Factores como la función renal, la presencia de enfermedades crónicas o la interacción con otros tratamientos son determinantes para su aplicación segura.
Más allá de los beneficios reportados, los especialistas subrayan que este tipo de investigaciones contribuye al avance de la medicina basada en evidencia, impulsando la búsqueda de alternativas que alivien el dolor sin generar dependencia ni efectos secundarios innecesarios. La vitamina C intravenosa, utilizada de manera responsable, representa un campo creciente de estudio orientado a mejorar la calidad de vida de los pacientes que enfrentan cuadros de dolor persistente.
