Lima, noviembre de 2025.- La integración de la tecnología educativa está transformando la forma en que los estudiantes aprenden, participan y se relacionan con los contenidos. Hoy, las pantallas interactivas y las herramientas digitales convierten la clase en un espacio dinámico, visual y colaborativo que despierta la curiosidad y promueve un aprendizaje más profundo.
La educación dejó atrás el modelo en el que el docente hablaba y los alumnos solo escuchaban. Ahora, la interacción, el movimiento y la participación son elementos clave para que los estudiantes se conecten con los contenidos y se conviertan en protagonistas de su propio aprendizaje. En esta línea, Alex Carlos, gerente regional de ViewSonic para Perú y Ecuador, explica los cinco beneficios principales de incorporar tecnología en el aula.
Mayor compromiso y mejor retención
La llegada de la tecnología educativa (EdTech) está revolucionando los métodos de enseñanza. Herramientas como tablets, quizzes interactivos o pantallas interactivas permiten que estudiantes que antes se desconectaban participen de manera activa. Un estudio del Rochester Institute of Technology, realizado con más de 500 alumnos, reveló que el 90% considera que estas herramientas los ayudan a comprender y recordar mejor lo aprendido.
En la práctica, esta transformación convierte una clase pasiva en una experiencia dinámica. El estudiante puede arrastrar objetos en pantalla, resolver actividades digitales o trabajar en grupo. Esa participación motiva, mejora la retención de información y fortalece el aprendizaje activo. Para los colegios, esto implica invertir no solo en dispositivos, sino también en metodologías que promuevan la curiosidad, la interacción y el trabajo colaborativo.
Adaptación a múltiples estilos de aprendizaje
Cada estudiante aprende de manera distinta. Algunos comprenden mejor escuchar, otros viendo y otros haciendo. La tecnología permite integrar estos estilos —auditivo, visual y kinestésico— dentro de un mismo entorno digital.
Para los estudiantes auditivos, las lecciones grabadas, podcasts o audiolibros refuerzan la comprensión. Para los visuales, herramientas como mapas mentales digitales o pantallas interactivas facilitan la interpretación de conceptos. Y para los kinestésicos, poder tocar la pantalla, arrastrar elementos o realizar simulaciones convierte la clase en una experiencia práctica.
Este enfoque evita que los alumnos queden rezagados y promueve la inclusión educativa. En un país como Perú, donde existe una amplia diversidad de ritmos y estilos de aprendizaje, aplicar tecnología con este criterio puede marcar una diferencia significativa en el rendimiento y la motivación escolar.
Fomenta la colaboración
La colaboración siempre ha sido parte del aprendizaje, pero la tecnología la lleva a otro nivel. Estudios internacionales muestran que las estrategias colaborativas pueden acelerar el progreso académico hasta en cinco meses. Con pantallas interactivas o plataformas digitales, los estudiantes pueden trabajar juntos en tiempo real, desde el aula o a distancia.
Estas herramientas permiten que alumnos de distintas ciudades, o incluso países, interactúen y desarrollen proyectos conjuntos. Para los docentes, facilitan monitorear la participación, adaptar dinámicas y promover habilidades como la creatividad, la comunicación digital y el trabajo en equipo, competencias esenciales en un mundo laboral cada vez más interconectado.
Retroalimentación instantánea
Uno de los grandes retos del modelo tradicional es identificar rápidamente si los estudiantes han comprendido la clase. La tecnología elimina esa brecha. Los alumnos pueden responder ejercicios desde sus dispositivos o desde una pantalla interactiva, mientras el docente recibe los resultados en tiempo real.
Esta retroalimentación inmediata permite ajustar el ritmo de la enseñanza, reforzar conceptos y personalizar el aprendizaje. Además, automatiza procesos de corrección y optimiza el tiempo de los docentes. Menos demora entre error y corrección significa un aprendizaje más significativo, fluido y continuo.
Preparación para el futuro
La educación no solo debe formar para aprobar exámenes, sino para enfrentar un mundo digital en constante evolución. Habilidades como el manejo de plataformas tecnológicas, la inteligencia artificial o la colaboración remota ya son fundamentales para el futuro laboral.
Cuando los estudiantes trabajan con entornos digitales y pantallas interactivas, desarrollan pensamiento crítico, adaptabilidad y confianza frente a la tecnología. La digitalización reduce brechas, amplía oportunidades y brinda una ventaja competitiva para su desarrollo académico y profesional.
Para los docentes y directivos, el desafío es dejar de ver la tecnología como un lujo y entenderla como una inversión estratégica. Desde la selección de herramientas adecuadas hasta la formación docente y la integración curricular, cada decisión contribuye a mejorar la calidad educativa.
Incorporar tecnología en el aula es una invitación a reinventar la enseñanza. Permite motivar a los estudiantes, adaptarse a distintos estilos, fomentar la colaboración, ofrecer retroalimentación inmediata y prepararlos para un mundo digital en permanente cambio.
