Salud

Más de 400 personas mejoraron su calidad de vida gracias a la donación de órganos y tejidos en lo que va del año

Aceptar la muerte de un ser querido y a la vez permitir la donación de sus órganos y tejidos para salvar la vida de otras personas es el acto de amor más grande que una familia puede realizar por el prójimo. Según la Dirección General de Donaciones, Trasplantes y Banco de Sangre (Digdot), del Ministerio de Salud (Minsa), en el Perú, en lo que va del año, 418 personas han mejorado su salud gracias a este gesto solidario.  

Es el caso de Azul, de 13 años, proveniente de Ica, quien a los 9 años fue diagnosticada con insuficiencia renal y tuvo que comenzar con las diálisis. Su madre, María Gómez, la llevaba todas las semanas al Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) San Borja para que la pequeña recibiera el tratamiento. 

Pese a ello, los médicos determinaron que Azul necesitaba un nuevo riñón, así que la añadieron a la lista de pacientes que esperan un órgano. Desde entonces, la niña y su madre rogaron por un milagro, que apareciera un donante compatible y con ello tener una nueva oportunidad de vida. 

La espera duró casi tres años, hasta que una mañana, la madre de Azul recibió la llamada que tanto esperaba, había un donante y debía acudir de inmediato al INSN San Borja para que su hija pasara todos los análisis previos antes de recibir el trasplante. 

“Mientras esperábamos un donante, mi esposo y yo pensamos que uno de los dos le daría su riñón a nuestra hija. Hubo momentos en que se puso muy mal de salud. Ahora, con el trasplante ella se siente mucho mejor, ha mejorado su calidad de vida” sostuvo su madre.  

Además de Azul, Jane, una adolescente de 16 años, también tuvo que lidiar desde pequeña con una insuficiencia renal y recibir diversos tratamientos. Su estado de salud empeoró tanto que, en el 2018, a sus 13 años le extirparon los dos riñones y tenía que recibir diálisis tres veces por semana. 

En cada terapia, su madre, Ruth Cantoral, rezaba para que aparezca un donante y se terminara el sufrimiento de su hija. Cinco años pasaron para que llegara la ansiada llamada, había un riñón y Jane era compatible. 

“El trasplante nos cambió la vida a todos. Jane ha sufrido bastante, sobre todo cuando pasaba por hemodiálisis y tenían que cambiarle el catéter. Ella estaba mal psicológicamente porque pensaba que su vida no tenía sentido. Como mamá me afectaba mucho ver a mi hija en esa situación”, narró Ruth Cantoral. 

Según la Digdot, hasta la fecha, un total de 5913 personas están en lista de espera, de las que 5153 requieren córneas, 726 riñones, 27 un hígado, 5 un corazón y 2 un pulmón. Por la falta de donantes, al menos una persona muere al día esperando un trasplante de órgano o tejido. 

Azul y Jane tuvieron la suerte de conseguir un donante, jamás lo conocieron, pero saben que gracias al gesto de amor que tuvo su familia pudieron tener una nueva oportunidad de vida. Por ello, a través de sus historias buscan demostrar que la donación de órganos y tejidos salvan vidas. 

“Estoy muy agradecida con la familia que hizo posible la donación de órganos de su familiar. Hay muchos niños que esperan un órgano y me da mucho gusto que esa familia haya permitido la donación para salvar la vida de otros niños (…) Si en su DNI ponen sí para la donación de órganos, hablen con sus familiares para que respeten su decisión”, indicó María Gómez, madre de Azul. 

De igual manera, la madre de Jane agradeció la solidaridad de la familia que aceptó donar los órganos de su ser querido. “Pido a Dios que bendiga mucho a la familia que hizo posible que mi hija tenga un nuevo sentido de vida. Sé que no fue fácil la muerte de su familiar, pero les agradezco por su bonito gesto. Con mi testimonio quiero motivar a muchos padres a entender este tema y saber que donar órganos es dar una nueva vida”, expresó Ruth Cantoral.