Cáncer de pulmón: ampliar la prevención ante contaminantes y secuelas post-COVID

CPulmon

Lima, noviembre de 2025.- El cáncer de pulmón continúa siendo una de las principales causas de mortalidad a nivel mundial y demanda una mirada preventiva mucho más amplia que la vinculada únicamente al tabaquismo. Aunque este hábito sigue siendo el principal factor de riesgo, especialistas advierten que un número importante de casos se origina por otras exposiciones ambientales, ocupacionales y por cambios en la salud respiratoria tras la pandemia.

Según el Dr. Hermes Velásquez, neumólogo de Cleveland Clinic, entre el 15 % y 20 % de los diagnósticos no están relacionados con el consumo de tabaco. Esta cifra revela que la conversación sobre prevención debe incorporar otros agentes nocivos presentes en el aire que respiramos, en los espacios laborales y en los hogares.

Contaminación ambiental: un riesgo silencioso incluso para no fumadores
El especialista explica que la contaminación ambiental, en especial las partículas finas y los compuestos carcinógenos presentes en el aire, puede dañar directamente el tejido pulmonar. Su impacto genera inflamación crónica y favorece mutaciones celulares que incrementan el riesgo de desarrollar cáncer. Estudios internacionales han demostrado que las ciudades con altos niveles de contaminación registran mayor incidencia de esta enfermedad, incluso entre personas sin antecedentes de tabaquismo.

Estas partículas contaminantes interactúan con el sistema respiratorio de manera constante, por lo que la exposición prolongada aumenta la vulnerabilidad. “Las personas que viven en zonas urbanas densamente expuestas a fuentes vehiculares e industriales tienen un riesgo mayor, aun cuando nunca hayan fumado”, señala el Dr. Velásquez.

Exposiciones ocupacionales y domésticas que incrementan el riesgo
Por otro lado, existen entornos laborales y prácticas domésticas que introducen carcinógenos respiratorios directamente en los pulmones. Sustancias como el asbesto, el radón, el arsénico, las emisiones de diésel y el humo de leña son algunos de los elementos presentes en distintos oficios y actividades cotidianas.

El asbesto, utilizado en construcciones antiguas, puede alojarse en los pulmones y generar irritación crónica. El radón, un gas radiactivo natural que puede acumularse en ambientes interiores sin ventilación adecuada, es otro factor de riesgo relevante. A ello se suman los hidrocarburos aromáticos policíclicos liberados por la combustión de leña, frecuentes en zonas donde se utilizan cocinas artesanales o calefacción tradicional. Estas sustancias pueden actuar de manera sinérgica con el tabaquismo o producir cáncer por sí solas.

Secuelas post-COVID-19: un nuevo desafío para la detección temprana
La pandemia también dejó efectos duraderos en la salud respiratoria. Muchas personas presentan fibrosis, cicatrices o inflamación persistente tras el COVID-19, condiciones que pueden dificultar la interpretación de estudios de imagen y retrasar diagnósticos tempranos. Síntomas como tos, fatiga o malestar torácico suelen atribuirse a la infección previa, lo que hace que algunos pacientes no busquen atención médica o posterguen controles.

Además, el descenso en la realización de chequeos preventivos durante la pandemia generó que muchos casos se detectaran en etapas más avanzadas. Las alteraciones pulmonares post-COVID pueden incluso imitar signos iniciales de cáncer, por lo que los especialistas recomiendan un seguimiento especializado, sobre todo en personas con antecedentes de tabaquismo o exposiciones de riesgo.

Programa de detección temprana de Cleveland Clinic
Ante este panorama, Cleveland Clinic implementa un programa integral de detección de cáncer de pulmón, basado en tomografía computarizada de baja dosis (LDCT), considerada la herramienta más eficaz para identificar lesiones en etapas iniciales. Este método reduce significativamente la mortalidad cuando se aplica a personas de alto riesgo: adultos entre 50 y 80 años, fumadores actuales o quienes hayan dejado el cigarro en los últimos 15 años, con un historial de consumo de 20 paquetes-año o más.

El Dr. Velásquez subraya que enfrentar el cáncer de pulmón implica una mirada integral que combine la reducción de contaminantes, la vigilancia de exposiciones laborales y el seguimiento de quienes presentan secuelas respiratorias. “La prevención no debe centrarse solo en dejar de fumar, sino en entender todos los factores que afectan hoy la salud pulmonar”, afirma.

Con enfoques de prevención ampliados, diagnósticos oportunos y programas de detección eficientes, es posible reducir el impacto del cáncer de pulmón y mejorar la calidad de vida de miles de pacientes.

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