Desigualdad estructural: solo 3 de cada 10 peruanos acceden a la educación universitaria

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Lima, noviembre de 2025.- El acceso a la educación superior en Perú se mantiene como un desafío estructural. A pesar de que los indicadores de ingreso a universidades licenciadas crecieron un 52 % en los últimos años, solo tres de cada diez peruanos logran acceder a estudios universitarios o técnicos. Esta cifra evidencia las profundas brechas que persisten en equidad educativa, particularmente entre las zonas urbanas y rurales.

La brecha entre el campo y la ciudad

Los datos reflejan una marcada desigualdad territorial. Según la Secretaría Nacional de la Juventud (Senaju), apenas el 8,1 % de los jóvenes de zonas rurales accede a la educación superior universitaria, mientras que en las áreas urbanas este porcentaje se eleva al 24,7 %. Esta disparidad responde a una combinación de factores económicos, diferencias en conectividad, calidad educativa e infraestructura.

No obstante, se han registrado avances. El IV Informe Bienal sobre la Realidad Universitaria en Perú, elaborado por la Sunedu, indica que el número de postulantes a universidades licenciadas creció un 31,6 % entre 2018 y 2022. Además, la cifra de ingresantes aumentó en un significativo 52,4 % en el mismo periodo. Sin embargo, la tasa de matrícula general aún no recupera los niveles que existían antes de la pandemia.

Educación superior: un privilegio vinculado al ingreso

El acceso a los estudios universitarios está estrechamente ligado al nivel de ingresos de los hogares. El informe de la Sunedu también detalla que los jóvenes de hogares no vulnerables presentan una tasa de matrícula universitaria del 42,7 %, un porcentaje que es más del doble en comparación con aquellos en situación de pobreza. En contraste, solo el 3,6 % de los jóvenes en condición de pobreza logra acceder a la universidad.

En este contexto, Patricia Stuart, rectora de la Universidad de Lima, sostiene que la educación superior debe trascender las condiciones de origen: “La educación superior debe ser un espacio donde el talento, y no las condiciones de origen, definan las oportunidades”.

La rectora también manifiesta que el compromiso de las instituciones debe enfocarse en impulsar una formación integral que combine la tecnología con la ética y el pensamiento crítico. Estos ejes, afirma, son fundamentales para construir una sociedad más equitativa y preparada para los desafíos del futuro.

Fortalecer la formación con tecnología y sentido humano

La Universidad de Lima, como parte de este compromiso, ha asumido la responsabilidad de la adaptación a los cambios tecnológicos y la integración de la inteligencia artificial (IA) en sus mallas curriculares. La inteligencia artificial es una herramienta valiosa, pero se requiere un sentido humano que la guíe, según la rectora Stuart: “Son el pensamiento crítico, la ética y la ciudadanía activa los que permiten que la tecnología se use de manera responsable”.

La universidad impulsa la investigación, la competitividad y la capacitación docente para garantizar que la tecnología se integre de manera efectiva en la enseñanza.

Becas y programas para abrir puertas al talento

Con el fin de contribuir al acceso equitativo, la Universidad de Lima ha desarrollado una serie de programas de apoyo económico y becas para jóvenes de diversos contextos. La institución es elegible para la Beca 18 del Pronabec, beneficiando a alumnos de alto rendimiento y bajos recursos.

Por otro lado, la Universidad de Lima ofrece la Beca Ilse Wisotzki, una beca integral destinada a estudiantes destacados provenientes de colegios nacionales que financia la totalidad de su carrera universitaria. A esto se suman otras facilidades como la Beca Oficio, las becas-crédito por mérito deportivo, y el Programa de Beneficio Educacional, que garantiza la continuidad de los estudios ante el fallecimiento del responsable de pago.

“Nuestro propósito no es solo formar profesionales competentes, sino también ciudadanos éticos, solidarios y comprometidos con el país. Romper las brechas de acceso pasa también por fortalecer la educación integral: aquella que combina la innovación tecnológica con el sentido humano y la responsabilidad social”, enfatiza Patricia Stuart.

El acceso a una educación superior de calidad es, además de un derecho, el motor más potente para construir un país justo, competitivo y preparado para el futuro. Por ello, las políticas de becas públicas y privadas, así como la colaboración entre el Estado, empresas y universidades, son esenciales para garantizar esta oportunidad a más jóvenes peruanos.

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