Tecnología

Gamificación del aprendizaje: el potencial de los videojuegos en la educación y el trabajo

Lima, agosto de 2025.- Durante mucho tiempo, los videojuegos fueron percibidos únicamente como entretenimiento o como una distracción inofensiva. Sin embargo, investigaciones recientes y experiencias educativas demuestran que su impacto puede ir mucho más allá del ocio. Desde la toma de decisiones bajo presión hasta el fortalecimiento del trabajo en equipo, los videojuegos modernos se han convertido en espacios de aprendizaje activo y significativo, con un potencial formativo clave para el futuro académico y profesional.

Javier Albarracín, director del Centro de Tecnología y Transformación Digital de la Universidad Tecnológica del Perú (UTP), sostiene que es momento de dejar de ver los videojuegos como pasatiempos pasivos y comenzar a explorarlos como entrenadores de habilidades cognitivas y blandas. “Comprender el potencial formativo de los videojuegos es el primer paso para integrarlos en nuestras estrategias de aprendizaje”, afirma.

Según Albarracín, los videojuegos aportan beneficios en distintos niveles:

1. De entretenimiento a entrenamiento mental. Dominar un videojuego implica adaptarse, equivocarse, volver a intentar y aprender sobre la marcha. Estas dinámicas reflejan los mismos procesos que se requieren en entornos laborales y académicos exigentes.

2. Refuerzo de funciones cognitivas clave. Juegos que exigen tomar decisiones bajo presión, gestionar información incompleta y adaptarse a entornos cambiantes potencian la atención dividida, la memoria operativa y la capacidad de adaptación.

3. Cada juego desarrolla habilidades distintas. Estrategias de largo plazo en Age of Empires, trabajo colaborativo bajo presión en los Multiplayer Online Battle Arena (MOBA) como League of Legends, creatividad y perseverancia en Minecraft, o aprendizaje a través del ensayo y error en simuladores son ejemplos de cómo cada formato puede fortalecer competencias específicas.

4. Aplicaciones en educación y empresas. Las dinámicas gamificadas y simulaciones han demostrado generar mayores niveles de compromiso y participación que las metodologías tradicionales. Estos entornos permiten aplicar conocimientos, asumir retos y corregir errores en un espacio controlado, facilitando la transferencia de lo aprendido a contextos reales.

5. Uso responsable y con propósito. Para que los videojuegos cumplan una función formativa, es necesario un uso planificado, con tiempos adecuados y objetivos claros. Además, combinar experiencias individuales con dinámicas colaborativas potencia el desarrollo integral de distintas habilidades.

El especialista concluye que los videojuegos, bien integrados en metodologías educativas y empresariales, pueden convertirse en herramientas de gran valor para formar mentes más creativas, resilientes y preparadas para los desafíos del futuro.