Ecología

Una historia sobre el encuentro entre un guardaparque y un oso de anteojos en el Santuario Nacional Pampa Hermosa

El oso de anteojos, también conocido como oso andino o ukumari (en quechua), es una especie emblemática de nuestro país que se registra en cerca de 30 áreas naturales protegidas y cuya conservación es uno de los objetivos principales en cada uno de estos espacios protegidos al ser la única especie de oso que se encuentra en Sudámerica.

Cada registro de esta especie representa un verdadero tesoro de la fauna silvestre que resguardan los guardaparques en las áreas naturales protegidas como el Santuario Nacional Pampa Hermosa ubicada en la región Junín.

Es en esta área protegida donde un grupo de guardaparques compuesto por Susano Albornoz, Felipe Landeon, Franklin Contreras y Anthony Alvares realizaron el más reciente registro en imágenes de un individuo de oso de anteojos.

Este encuentro tuvo como escenario el Refugio Tishgo, ubicado al interior del Santuario, en donde venían realizando sus actividades diarias de monitoreo, control y vigilancia a fin de resguardar este importante patrimonio natural de las provincias de Tarma y Chanchamayo.

“Hacia un clima frio debido a la garua y neblina, así que para animarnos y seguir caminando mi compañero Felipe nos contó su sueño: “hoy tuve un sueño medio raro, soñé que me encontré con el oso, no me hizo nada, más bien yo le hice asustar” mencionó riéndose a carcajadas”, narra Susano como parte inicial de una experiencia que no olvidará nunca y compartirá siempre con su familia, amigos y compañeros.

Como un presagio de lo que ocurriría durante su patrullaje, a las pocas horas el grupo de guardaparques se encontró en el sector Cerro Jachapata con el vigilante comunal Saturnino Guadalupe quien les alertó de la presencia de un individuo de oso de anteojos muy cerca de la zona.

“Entonces no lo pensé dos veces y en menos de 5 segundos ya estaba más que listo, agarre solo la cámara y el poncho y comenzamos a correr hacia el cerro donde había visto al oso alimentándose; corrimos por 15 minutos, llegamos al cerro y corrimos otros 15 minutos cuesta arriba y ahí fue donde lo pude ver y fotografiar y aún más feliz porque la osa no estuvo sola si no con su osezno”, cuenta Susano emocionado por compartir su historia.

“Llegamos a una distancia de 50 metros donde estos 2 ejemplares se alimentaban de magra (puyas), pude observar a detalle como la osa sacaba el capullito y se lo daba a su osezno, así fueron arrancando una tras otra. Luego de fotografiarla decidí irme despacio para luego observarlos de lejos viendo su comportamiento, hasta que se dieron cuenta de nuestra presencia y comenzaron a correr cuesta abajo”, agrega para culminar así con el relato de una de sus más emocionantes experiencias.