Dos mujeres, dos destinos: el contraste entre Dina Boluarte y María Corina Machado

Boluarte Machado

Lima, octubre de 2025.- La historia a veces tiene un extraño sentido de la ironía. Mientras en Perú el Congreso destituía a Dina Boluarte por incapacidad moral y corrupción, en Oslo se anunciaba que María Corina Machado, la opositora venezolana, recibía el Premio Nobel de la Paz. Dos mujeres latinoamericanas, dos destinos opuestos, un mismo continente que sigue midiendo el poder femenino con la lupa del ejemplo.

En Boluarte recayó la pesada sombra del descrédito. Llegó al poder como la primera presidenta del Perú, con la promesa de estabilidad, pero su gestión terminó convertida en un símbolo de insensibilidad política y desconexión con la realidad social. Acusada de corrupción, de represión y de indiferencia ante la violencia, su salida del cargo fue más un suspiro de alivio colectivo que un momento de ruptura histórica.

En cambio, Machado representa el otro extremo del espectro: una mujer que desafió al poder autoritario, que fue perseguida, silenciada e inhabilitada, pero que no renunció a sus convicciones. Su Nobel no premia solo a una figura política, sino a una resistencia moral que muchos venezolanos reconocen como la encarnación de la esperanza.

El contraste es tan evidente como necesario. Ambas son mujeres, ambas ocuparon espacios de poder en sociedades dominadas por hombres, pero una lo usó para perpetuar prácticas de impunidad, mientras la otra lo convirtió en una plataforma para desafiarla. Ninguna de las dos debería ser juzgada por su género, sino por lo que hizo —o dejó de hacer— con la oportunidad de representar a millones.

Porque el feminismo real no consiste en blindar a las mujeres del escrutinio, sino en exigirles la misma responsabilidad que a los hombres. Boluarte demostró que el género no garantiza sensibilidad ni ética; Machado, que la firmeza y la integridad pueden abrir caminos incluso en medio de la oscuridad.

En un continente acostumbrado a la desconfianza y el desencanto, ambas historias sirven de espejo. Una refleja lo que el poder corrompe cuando se olvida de su propósito; la otra, lo que puede inspirar cuando se ejerce con convicción y valentía.

Dos mujeres, dos destinos. Una recordará el fracaso del liderazgo vacío; la otra, la fuerza transformadora de creer, incluso cuando todo parece perdido.

Related Post