Lima, diciembre de 2025.- Las matemáticas forman parte de decisiones cotidianas como organizar gastos, analizar información, interpretar datos o usar tecnología. Sin embargo, para miles de estudiantes peruanos siguen siendo una de las materias más difíciles. Según la Evaluación Nacional de Logros de Aprendizaje (ENLA 2024), solo el 29,5 % de alumnos de cuarto grado alcanzó el nivel satisfactorio en matemáticas, una cifra que se mantiene baja en la secundaria. Frente a ello, enseñar esta materia de forma clara, progresiva y vinculada con la realidad del estudiante resulta esencial.
De acuerdo con Carolina Bohorquez Herrera, Coordinadora Académica de Kumon, muchos estudiantes enfrentan dificultades debido a factores propios del entorno escolar, como los distintos ritmos de aprendizaje o la necesidad de reforzar ciertos contenidos fuera del aula. “En ocasiones, los estudiantes requieren más práctica, acompañamiento y estrategias personalizadas para consolidar su comprensión. El apoyo complementario, junto con un entorno de estudio adecuado, puede marcar una gran diferencia en su progreso”, señala la especialista.
Para responder a estas necesidades, Bohorquez explica que el método Kumon permite que cada estudiante avance según su nivel real de dominio. “Los materiales se presentan en pequeños retos secuenciales, lo que facilita que el niño descubra la solución por sí mismo. Este aprendizaje autodidacta convierte al alumno en protagonista, fortalece su seguridad y desarrolla habilidades como el razonamiento lógico, la concentración y la autonomía”, comenta.
El método propone iniciar ligeramente por debajo del nivel académico del niño con el fin de generar experiencias inmediatas de éxito. Una vez afianzada la confianza, la dificultad aumenta gradualmente. “Cuando los niños sienten que pueden resolver un problema solos, el miedo disminuye y el disfrute aumenta”, añade Bohorquez.
Cinco claves para un aprendizaje más fluido y seguro
La especialista detalla elementos fundamentales que permiten que el aprendizaje sea progresivo, claro y motivador:
1. Aprendizaje a ritmo propio
El estudiante inicia en el nivel que domina y avanza conforme consolida su comprensión. Por ejemplo, si un niño de 10 años tiene dificultades en multiplicación, comienza con ejercicios simples que refuercen la base necesaria para seguir avanzando con seguridad.
2. Práctica diaria entre 15 y 30 minutos
No se requieren sesiones largas; el hábito es más importante. Con 15 minutos al día, conceptos como las tablas o la descomposición numérica se vuelven familiares, naturales y fáciles de recordar.
3. Material secuenciado paso a paso
Enfrentar retos progresivos permite desarrollar habilidades para identificar patrones, analizar situaciones y resolver problemas. El material guía al estudiante mediante pasos graduales —como reconocer patrones visuales— hasta llegar a operaciones más complejas.
4. Autocorrección y reflexión sobre los errores
El método promueve la autoevaluación. Si un niño responde 5×7 como 32, no se le corrige de inmediato: primero revisa sus pasos, identifica qué ocurrió y encuentra la respuesta correcta. Este proceso fortalece su autonomía y reduce la dependencia del adulto.
5. Elogio significativo
Los orientadores destacan logros concretos que refuerzan la motivación interna. En lugar de enfocarse solo en la nota, resaltan mejoras reales —como resolver con más precisión o en menos tiempo— lo que impulsa disciplina y progreso sin necesidad de premios externos.
Gracias a estas estrategias, los estudiantes desarrollan habilidades que van más allá de los números: concentración sostenida, organización del tiempo, autonomía, tolerancia a la frustración y perseverancia. “Los padres observan cambios rápidos en sus hijos, como mayor precisión, menos estrés, más autonomía y mejor disposición para aprender. Además, estas competencias permiten que los niños se adapten mejor a entornos académicos exigentes y a futuros escenarios laborales”, concluye Bohorquez.
Con herramientas adecuadas, acompañamiento periódico y una metodología que respete el ritmo individual, los niños pueden transformar su relación con las matemáticas y ganar la confianza necesaria para seguir aprendiendo.
