Día Mundial del Dolor: cómo identificar el dolor crónico y las opciones para tratarlo

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Lima, octubre de 2025.- El dolor crónico afecta entre el 27% y el 42% de las personas en América Latina y constituye una de las principales causas de consulta médica en el mundo. En Perú, cerca del 40% de la población convive con alguna forma de dolor persistente. Los especialistas subrayan que obtener un diagnóstico temprano es fundamental para acceder al tratamiento más adecuado y mejorar la calidad de vida de los pacientes.

El dolor, aunque en la mayoría de los casos cumple una función fisiológica de protección, puede transformarse en una enfermedad cuando se mantiene más de tres meses. Este tipo de dolor, denominado dolor crónico, puede tener origen musculoesquelético, neuropático, visceral u oncológico, y suele afectar tanto el bienestar físico como emocional de quienes lo padecen.

De acuerdo con el Dr. Rodrigo Diez, subespecialista en Medicina del Dolor y experto reconocido internacionalmente, el dolor crónico es una condición multifactorial y, en numerosos casos, profundamente incapacitante. “Quienes viven con dolor crónico ven comprometida su capacidad para realizar actividades cotidianas, lo cual repercute en su vida laboral, social y emocional. A menudo, esta situación se asocia a un mayor riesgo de desarrollar alteraciones en el estado de ánimo, ausentismo laboral e incluso afectaciones severas en la salud mental”, explica.

El especialista advierte que una de las principales limitaciones en el abordaje del dolor en el país es la escasa formación médica en Medicina del Dolor, lo que retrasa el diagnóstico y dificulta el acceso a tratamientos especializados. “No debemos normalizar el dolor persistente. El primer paso es reconocer que el dolor crónico no es solo un síntoma, sino una enfermedad en sí misma que requiere atención especializada. La intervención temprana es clave para evitar su progresión y minimizar su impacto en la calidad de vida del paciente”, enfatiza.

Entre los signos de alarma que deben motivar una evaluación médica inmediata, el Dr. Diez destaca los siguientes:

  1. Pérdida de peso no intencional.
  2. Fiebre persistente.
  3. Dolor que interrumpe el sueño.
  4. Dolor crónico en pacientes con antecedentes oncológicos.
  5. Déficit neurológico progresivo (debilidad, pérdida de sensibilidad, incontinencia o disfunción intestinal/vesical).
  6. Inicio de dolor súbito en menores de 20 o mayores de 50 años.
  7. Uso prolongado de corticoides o inmunosupresores.
  8. Antecedente de trauma significativo, especialmente en personas mayores.
  9. Dolor no relacionado con el movimiento o que no mejora con el reposo.
  10. Síntomas constitucionales como fatiga extrema, sudoraciones nocturnas o malestar general.

Una vez identificado el dolor crónico, los especialistas recomiendan buscar atención médica especializada para establecer un diagnóstico preciso y diseñar un plan de tratamiento integral, personalizado y basado en evidencia científica.

“El enfoque actual del manejo del dolor ha evolucionado considerablemente. Hoy contamos con tecnologías avanzadas que ofrecen soluciones eficaces con menor impacto para el paciente y evitan el uso irracional de medicamentos”, señala el Dr. Diez.

Entre las alternativas terapéuticas mínimamente invasivas destacan las bombas de liberación controlada de fármacos, la estimulación de la médula espinal —que utiliza impulsos eléctricos para modular la percepción del dolor—, la estimulación transcraneal y del nervio vago, la endoscopia espinal, la crioanalgesia (uso de frío extremo para bloquear nervios específicos) y la radiofrecuencia. Estas opciones, complementadas con rehabilitación física, abordaje psicológico y terapias ambulatorias, pueden mejorar significativamente la calidad de vida del paciente.

El Dr. Carlos Alberto Ciraolo, neurocirujano especialista en dolor crónico, subraya que estas técnicas “representan una alternativa eficaz para pacientes que no responden a tratamientos convencionales, ya que reducen la necesidad de medicación oral y mejoran notablemente la funcionalidad”. Sin embargo, advierte que su uso aún no es ampliamente conocido en la región, por lo que resulta esencial difundir su disponibilidad y asegurar que sean aplicadas correctamente bajo criterios clínicos definidos.

Los expertos coinciden en que la incorporación de nuevas tecnologías debe ir acompañada de una mayor capacitación médica. “Necesitamos más especialistas en dolor y un enfoque integral que considere los aspectos físicos, emocionales y sociales de la enfermedad. Solo así podremos garantizar diagnósticos oportunos y tratamientos que realmente devuelvan a los pacientes su funcionalidad y bienestar”, concluye el Dr. Ciraolo.

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