¿Y si quien acosa es mi hijo? Señales y estrategias para padres que enfrentan esta difícil verdad
Lima, 19 de mayo de 2025. – Cada vez se habla más del bullying en los colegios. Sin embargo, pocas veces los padres se preguntan si su hijo podría estar del otro lado: no como víctima, sino como agresor.
Detectarlo puede ser difícil. Un niño o adolescente puede ocultar su comportamiento, mientras que la negación familiar o la falta de comunicación abierta permiten que el acoso pase desapercibido.
“Identificar si un niño o adolescente está acosando a otros puede ser delicado, pero hay señales claras. Muchos padres creen que el acoso escolar solo involucra a las víctimas, pero los agresores también necesitan orientación”, señala María Elena Escuza, directora de Psicología de la Universidad Norbert Wiener.
Posibles señales de alerta
- Se jacta de tener poder o intimidar a otros, buscando aprobación.
- Se involucra frecuentemente en peleas o conflictos.
- Muestra actitudes dominantes o agresivas incluso con adultos.
- No acepta la responsabilidad de sus actos.
- Tiene amigos que también acosan (el acoso muchas veces ocurre en grupo).
- Se burla del sufrimiento ajeno o muestra poco remordimiento.
- Manipula situaciones para su beneficio o para dañar a otros.
¿Qué hacer desde casa?
La especialista recomienda enfrentar la situación con compromiso, evitando la negación o la justificación. Estas son algunas estrategias clave:
1. Establecer límites claros:
El menor debe entender que su conducta daña a otros y que existen consecuencias.
2. Fomentar la empatía:
Invitarlo a reflexionar sobre el daño causado y promover acciones para repararlo.
3. Colaborar con el colegio:
Informar y trabajar con los docentes para crear un plan conjunto de intervención.
4. Buscar ayuda profesional:
Un psicólogo puede abordar causas profundas del comportamiento y guiar al menor. La terapia familiar también puede ser útil.
5. Observar con atención:
Supervisar sus relaciones presenciales y digitales, reforzando actitudes positivas.
6. Escuchar sin juzgar:
Crear un espacio donde el menor pueda hablar con sinceridad sin sentirse atacado.
Las causas de una conducta agresiva pueden ser múltiples: baja empatía, impulsividad, frustración mal manejada, modelos de violencia en casa, escasa comunicación afectiva o presión del entorno escolar.
“La intervención temprana y el trabajo conjunto entre familia, escuela y comunidad son claves para prevenir y detener el acoso escolar”, concluye Escuza.
Aceptar que un hijo puede estar cometiendo acoso no es fácil, pero enfrentarlo con madurez puede marcar la diferencia en su desarrollo emocional y en la seguridad de su entorno.