Solo 3 de cada 100 familias en comunidades indígenas considera que está lista para enfrentar la crisis climática
Una iniciativa peruana de renta básica para pueblos indígenas es pionera en el mundo. Se trata del “Piloto Reciprocidad”, el primer proyecto en el mundo que ensaya la entrega de un ingreso básico para comunidades indígenas de la Amazonía para hacer frente a los efectos de la crisis climática, y contribuir a la protección y conservación de sus bosques. Esta intervención, construida con organizaciones de mujeres indígenas, acaba de cumplir un año de prueba y estos son los primeros hallazgos:
Recursos directos a los pueblos indígenas
El trabajo entre la ONG Cool Earth y la Organización Nacional de Mujeres Indígenas Andinas y Amazónicas del Perú (ONAMIAP) y su base, la Organización de Mujeres Indígenas de la Selva Central del Perú (OMIAASEC) ha generado importantes resultados. Como parte de esta iniciativa, un total de 187 personas, en tres comunidades indígenas de la Amazonía, están recibiendo S/258 mensuales durante dos años.
La primera transferencia, realizada en noviembre de 2023, contribuye a que las familias de las tres comunidades indígenas de la selva central del Perú enfrenten los efectos de la crisis climática en sus territorios. Este apoyo se enmarca desde un enfoque de derechos de pueblos indígenas, defensa de la Madre Naturaleza, saberes ancestrales y decisiones colectivas.
Estas transferencias de efectivo, concebidas bajo el enfoque de renta básica, representan una forma de reparación hacia los pueblos indígenas. Es importante destacar que los Pueblos Indígenas, al vivir en armonía con sus territorios, sufren un impacto diferenciado frente a la crisis climática, siendo las mujeres quienes enfrentan las mayores vulnerabilidades. Por lo tanto, las transferencias directas no solo buscan mitigar estos efectos, sino también contribuir a la adaptación climática y fortalecer la autonomía de los pueblos indígenas. Por ello, las iniciativas no pueden ser respuestas impuestas; deben considerar su gobernanza, los procesos a nivel organizacional nacional, regional y comunal, y sus conocimientos ancestrales para contribuir al ejercicio de sus derechos colectivos e individuales.
“Este contexto está impactando fuertemente sobre nuestros derechos colectivos e individuales como Pueblos Indígenas. Por tanto, es importante intervenir con iniciativas que den una respuesta prioritaria, pero que partan desde el reconocimiento de las necesidades y la realidad de cada comunidad. Esta pequeña retribución es muy importante para ellos y confiamos que será bien utilizada para la resiliencia frente a la crisis climática, para preservar la Madre Naturaleza y las vidas que la rodean en las comunidades”, señala Ketty Marcelo, presidenta de ONAMIAP.
¿En qué están invirtiendo las comunidades estos ingresos?
El Piloto fue diseñado por y para las comunidades y sus organizaciones con el fin de contribuir con medios y recursos flexibles. De esta forma, busca fortalecer su capacidad de respuesta frente a la crisis climática y al aumento de las economías extractivas legales o ilegales en la región que ponen en peligro bienes naturales invaluables, territorios ancestrales y el bienestar de las comunidades indígenas.
Al proporcionar un ingreso durante dos años a los miembros de estas comunidades indígenas ellas y ellos pueden ahora contar con herramientas para decidir su futuro de manera colectiva y en ejercicio de su autonomía. De igual manera, gracias a ello, se fortalece el acceso a derechos vitales como alimentación, salud y medios de vida. Por ejemplo, de acuerdo a la información recogida en una de las comunidades socias, se presentan los primeros alcances:
- Mejora de la alimentación: antes del piloto, el 92,5% de las personas informaron que luchaban contra la inseguridad alimentaria. Las transferencias son usadas para comprar alimentos no perecibles.
- Independencia: el 80% de las familias en las comunidades asháninkas y yaneshas dependen de la agricultura para obtener alimentos e ingresos. Por ello, en épocas de escasez, deben recurrir a fuentes de trabajo precario. Gracias a la flexibilidad de las transferencias, las familias pueden afrontar mejor estos periodos y reducir su dependencia de trabajos informales y precarios.
- Presión reducida: con dinero para gastar y atender necesidades urgentes, las familias ahora tienen menos preocupaciones sobre las finanzas y participan más activamente en actividades comunales de reforestación y conservación.
“El apoyo financiero, para comunidades enteras o un ingreso básico dirigido a las personas que viven en ellas, es una forma rápida y directa de contribuir con los pueblos indígenas para hacer frente a la crisis climática y reducir la presión económica en sus territorios, que deriva muchas veces en deforestación”, comenta Patricia Quiñones, quien lidera el piloto en Cool Earth.
El financiamiento directo y flexible es una herramienta valiosa que contribuye a quienes conviven con el bosque tropical, conocido como parte de la Madre Naturaleza, para construir y decidir su futuro estrechamente vinculado con la protección de la naturaleza, su territorio, su cultura y desde su libre determinación. Esto es crucial porque la supervivencia de los bosques tropicales está directamente relacionada con los modos de vida y el bienestar de las comunidades que conviven con estos ecosistemas vitales para la humanidad.
«Los pueblos indígenas tienen una relación respetuosa y en balance con la naturaleza”, comenta Patricia Quiñones, «Sin embargo, se enfrentan a enormes desafíos y barreras para ejercer sus derechos humanos. Se ven afectados directamente por la crisis de acceso a alimentos, salud y medios de vida; así como a la destrucción de sus territorios”.
Es así que el proyecto contribuye también al fortalecimiento de la identidad y de las organizaciones de mujeres indígenas.