Salud

Mitos y verdades sobre la faringitis: lo que sí y lo que no debes hacer

Lima, julio de 2025.- Con la llegada del invierno, las infecciones respiratorias como la faringitis se vuelven más frecuentes. Aunque muchas personas asocian esta enfermedad con el frío, existen creencias equivocadas sobre su origen, tratamiento y contagio. El doctor Francisco Salaverry, otorrinolaringólogo de la Clínica Ricardo Palma, despeja los principales mitos y verdades sobre esta afección que suele confundirse con otras dolencias comunes de la garganta.

¿El frío causa faringitis? Falso.
La faringitis es una infección provocada por virus o bacterias, no por el frío. Aunque las bajas temperaturas pueden debilitar las defensas y facilitar los contagios, el origen real suele ser viral. Sus síntomas incluyen irritación, dolor al tragar, congestión nasal, fiebre leve e inflamación en la zona de la garganta.

¿Es necesario tomar antibióticos? Falso.
Los antibióticos solo sirven para infecciones bacterianas. En el caso de la faringitis viral, que es la más común, no están indicados y su uso indiscriminado puede generar resistencia bacteriana y efectos secundarios. Por eso, el especialista debe evaluar cada caso antes de recetar medicamentos.

¿Las gárgaras con limón curan la faringitis? Falso.
Aunque el limón tiene propiedades antisépticas, su acidez puede irritar la garganta inflamada. Lo recomendable es realizar gárgaras con agua tibia con sal (media taza de agua con un cuarto de cucharadita de sal), tres veces al día durante cinco días, para aliviar los síntomas.

¿La faringitis se contagia? Verdadero.
Sí. El contagio ocurre principalmente por el contacto con gotas de saliva que se liberan al hablar, toser o estornudar. También puede transmitirse al tocar superficies contaminadas, como manijas o teclados, y luego llevarse la mano a la boca o la nariz. Por eso es importante lavarse las manos frecuentemente, evitar el contacto con personas enfermas y usar mascarilla en espacios cerrados.

¿La faringitis viral dura solo unos días? Verdadero.
Generalmente, los síntomas duran entre tres y cinco días y mejoran con reposo, analgésicos suaves y cuidados caseros. Si los síntomas se agravan o persisten, es clave acudir al médico para descartar una infección bacteriana.