Miedo y ansiedad: cómo cuidar la salud mental frente a la ola de inseguridad

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Lima, octubre de 2025.- La inseguridad ciudadana se ha convertido en una de las principales preocupaciones del país. El incremento de la delincuencia y la violencia está impactando no solo en la seguridad física de las personas, sino también en su bienestar emocional, generando un aumento de cuadros de ansiedad, depresión y estrés postraumático.

De acuerdo con cifras del Sistema de Denuncias Policiales (SIDPOL-PNP), entre enero y septiembre de 2025 se registraron 20 705 denuncias por extorsión, lo que representa un incremento del 28.8 % respecto al mismo periodo de 2024, cuando se reportaron 16 075 casos. Este panorama refleja una escalada preocupante de la criminalidad en las principales ciudades del país.

Paralelamente, el Ministerio de Salud (MINSA) reportó un aumento cercano al 20 % en los casos de afecciones mentales entre 2022 y 2023, con más de 42 000 personas atendidas por depresión, ansiedad o estrés agudo. Aunque no existen estadísticas que relacionen directamente la inseguridad con estos trastornos, los especialistas advierten que vivir bajo amenaza constante actúa como un detonante emocional que agrava el malestar psicológico y deteriora la calidad de vida.

“Vivimos en un estado de hipervigilancia constante”

“La inseguridad ciudadana afecta gravemente la salud mental al generar ansiedad, estrés, depresión y trastorno de estrés postraumático. Los ciudadanos experimentan un estado de hipervigilancia constante, lo que provoca agotamiento mental, problemas de descanso e irritabilidad”, explica la Dra. María Elena Escuza, directora de Psicología de la Universidad Norbert Wiener.

La especialista agrega que esta situación está generando un desgaste emocional progresivo: “Las personas sienten que no pueden relajarse ni confiar en su entorno. Esa tensión sostenida produce un impacto directo en su bienestar psicológico y físico”.

Manifestaciones del impacto psicológico

El impacto emocional de la violencia se refleja en distintos niveles:

  • Ansiedad: sensación de alerta permanente y miedo a ser víctima de un delito, acompañada de palpitaciones y sensación de peligro constante.
  • Estrés sostenido: provoca dolores de cabeza, problemas digestivos y agotamiento físico y mental.
  • Depresión: la percepción de indefensión o falta de control sobre el entorno puede desencadenar o agravar cuadros depresivos.
  • Trastorno de estrés postraumático (TEPT): quienes han vivido situaciones violentas pueden desarrollar síntomas como insomnio, pesadillas y ansiedad intensa.

Estrategias para cuidar la salud mental

Frente a este escenario, la Dra. Escuza recomienda adoptar medidas sencillas pero efectivas para proteger la salud emocional:

  • Fortalecer los vínculos sociales: mantener el contacto con familiares y amigos reduce el estrés y brinda contención emocional.
  • Priorizar el descanso: dormir adecuadamente favorece el equilibrio emocional y la claridad mental.
  • Limitar la exposición a noticias violentas: evitar la sobreinformación ayuda a disminuir la ansiedad.
  • Fomentar la comunicación familiar: hablar abiertamente sobre el miedo y enseñar a los niños a reconocer riesgos fortalece la resiliencia.
  • Practicar la empatía y la amabilidad: reconocer las emociones propias y las de los demás ayuda a mantener la estabilidad emocional.

Dónde buscar ayuda

En el Perú existen servicios gratuitos de orientación y apoyo psicológico:

  • Línea 113, opción 5: atención en salud mental las 24 horas.
  • Línea 1815: consejería sobre consumo de drogas.
  • Centros de Salud Mental Comunitarios: disponibles en todo el país.
  • Línea 100 y Centros de Emergencia Mujer (CEM): asistencia para casos de violencia familiar o de género.

El aumento de la violencia y la inseguridad plantea un reto urgente: proteger la salud mental de la población y fortalecer los espacios de apoyo emocional frente a un contexto social cada vez más complejo.

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