Fiestas de fin de año: cómo gestionar la sobreestimulación en niños

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Lima, diciembre de 2025.- Las celebraciones de fin de año suelen estar marcadas por luces, música, reuniones familiares y una agenda intensa de visitas. Si bien este ambiente resulta estimulante para muchos adultos, puede convertirse en una experiencia abrumadora para niños menores de cinco años, especialmente para aquellos con mayor sensibilidad sensorial o con condiciones del neurodesarrollo. Frente a este escenario, especialistas recomiendan anticiparse y aplicar pautas simples que favorezcan su bienestar emocional y sensorial.

Durante diciembre, la rutina infantil suele verse alterada por horarios extendidos, traslados y múltiples estímulos en poco tiempo. La Academia Americana de Pediatría advierte que estos cambios pueden generar una respuesta de mayor sensibilidad en niños pequeños, manifestándose en llantos frecuentes, cansancio repentino, irritabilidad tras perder la siesta o una búsqueda constante de consuelo en figuras de apego como mamá o papá.

Este impacto puede ser aún más evidente en niños con condiciones del neurodesarrollo. En el Perú, muchas familias con niños dentro del espectro autista reportan incomodidad frente a ruidos fuertes, luces intensas o modificaciones abruptas en la rutina durante las celebraciones. Por ello, los especialistas recomiendan que los cuidadores identifiquen con anticipación los posibles detonantes y ofrezcan espacios y momentos de calma que ayuden a regular las emociones.

La especialista en estimulación temprana, Rosa Gonzáles, explica que los niños pequeños presentan de forma natural un mayor nivel de sensibilidad frente al entorno, ya que su sistema nervioso aún se encuentra en desarrollo. “Durante las fiestas, su cerebro recibe un volumen de estímulos mucho mayor al habitual. No se trata de evitar las celebraciones, sino de acompañarlos con paciencia, respetar sus ritmos y ofrecerles pausas que les permitan continuar disfrutando sin sentirse sobrecargados”, señala.

Además, la especialista subraya la importancia de reconocer a tiempo las señales de sobrecarga sensorial. Entre las más comunes se encuentran frotarse los ojos o los oídos, evitar el contacto visual, esconderse detrás de un adulto, volverse más callados de lo habitual o mostrar resistencia a participar en actividades que antes disfrutaban. Identificar estas señales de forma temprana permite realizar pequeños ajustes antes de que el niño se sienta completamente abrumado.

En este contexto, la prevención y la observación activa se convierten en herramientas clave para las familias. Ajustar expectativas, priorizar el bienestar del niño y comprender que cada uno responde de manera distinta a los estímulos puede marcar una diferencia significativa en la experiencia de las celebraciones.

Pautas para manejar la sobreestimulación durante las fiestas

Con el objetivo de acompañar a las familias en esta temporada, Babysec, junto a Miss Rosita, comparte cinco recomendaciones prácticas para gestionar la sobreestimulación en niños durante las fiestas de fin de año:

Ofrecer un espacio de calma disponible. Preparar un rincón tranquilo con luz tenue, alejado del ruido y el tránsito de personas, puede ser de gran ayuda. Incorporar un objeto familiar, como una manta, un pañal o un peluche favorito, facilita que el niño se autorregule y se sienta protegido en medio del movimiento festivo.

Respetar la rutina de descanso. Mantener, en la medida de lo posible, los horarios habituales de sueño y siestas contribuye a reducir la irritabilidad y el cansancio acumulado. Incluso cuando la celebración se realiza fuera de casa, priorizar estos momentos ayuda a que el niño se sienta más seguro y contenido.

Evitar el exceso de regalos al mismo tiempo. Aunque la tentación de entregar varios obsequios es grande, demasiados estímulos nuevos pueden resultar abrumadores. Es preferible ofrecer uno o dos juguetes y reservar el resto para los días siguientes, permitiendo una exploración gradual.

Presentar los estímulos de forma progresiva. Si se prevé música alta, luces decorativas o una gran cantidad de visitas, introducir estos elementos de manera gradual o anticipada permite que el niño se adapte con mayor comodidad y reduzca la sensación de sorpresa o estrés.

Involucrarlos en pequeñas tareas. Pedirles que ayuden a colocar una decoración sencilla, elegir un villancico o participar en una actividad breve les brinda una sensación de control sobre el entorno, lo que puede disminuir la ansiedad y fomentar una experiencia más positiva.

Las fiestas de fin de año pueden convertirse en una oportunidad para fortalecer vínculos familiares sin dejar de lado las necesidades emocionales y sensoriales de los más pequeños. Con anticipación, empatía y ajustes simples, es posible crear un entorno festivo que también sea respetuoso y seguro para los niños.

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