Lima, noviembre de 2025.- Aunque el tabaquismo sigue siendo el principal responsable de la mayoría de casos de cáncer de pulmón, una tendencia preocupante viene revelando un escenario distinto: 1 de cada 4 diagnósticos ocurre en personas que nunca han fumado. Este incremento, según especialistas y organismos internacionales, está relacionado con la contaminación ambiental, la exposición al radón y otros factores de riesgo que afectan a la población general, especialmente a las mujeres.
El cáncer de pulmón continúa siendo la principal causa de muerte por neoplasias en el mundo, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS). Aunque se estima que el 85% de los casos está ligado al consumo de tabaco, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) señala que hasta un 25% de los pacientes diagnosticados no son fumadores, una cifra que alerta sobre un cambio en el perfil epidemiológico de esta enfermedad. Este dato obliga a descartar la idea de que solo quienes consumen tabaco están en riesgo: hoy cualquier persona podría estar expuesta a factores que contribuyen a su desarrollo.
El Dr. Yan Carlos Vargas Caycho, radiooncólogo y director de Oncodrip, explica que existen distintos tipos de cáncer pulmonar y que no todos se comportan igual en personas no fumadoras. El más frecuente es el adenocarcinoma, que se origina en las células que recubren los alvéolos y suele crecer lentamente. “Le sigue el carcinoma de células escamosas, que afecta a las vías respiratorias centrales, y el cáncer de pulmón de células pequeñas, una neoplasia menos común, pero muy agresiva”, detalla el especialista.
En el caso de quienes nunca han fumado, las causas suelen estar relacionadas con mutaciones genéticas y la exposición prolongada a factores como el radón, considerado la segunda causa de cáncer de pulmón en el mundo; el humo de segunda mano y la contaminación ambiental. Los tumores suelen aparecer en zonas periféricas del pulmón y avanzar de manera lenta, pero su detección temprana sigue siendo compleja debido a la falta de signos visibles en las primeras evaluaciones médicas.
Síntomas que no deben pasarse por alto
Conocida como la “asesina silenciosa”, esta enfermedad puede desarrollarse sin manifestar síntomas durante meses o años. Sin embargo, existen señales que deben generar alerta y motivar una consulta médica inmediata:
• Tos persistente, con o sin sangre
• Dolor o presión en el pecho
• Dificultad o silbidos al respirar
• Fatiga constante
• Pérdida de peso inexplicable
El diagnóstico precoz marca la diferencia entre un tratamiento oportuno y una enfermedad detectada en etapas avanzadas, por lo que acudir al especialista ante cualquier cambio respiratorio es fundamental.
Prevención: hábitos que pueden reducir el riesgo
Aunque no es posible modificar la genética o la susceptibilidad individual, sí existen medidas que pueden disminuir de forma significativa el riesgo de desarrollar esta enfermedad. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) recomiendan:
• Evitar el humo del tabaco, tanto activo como pasivo.
• Evaluar los niveles de radón en el hogar y mitigarlos si es necesario.
• Protegerse adecuadamente en entornos laborales donde exista exposición a sustancias químicas o polvo industrial.
• Reducir la exposición a la contaminación ambiental, especialmente en zonas con tráfico intenso o mala ventilación.
• Consultar al médico si existen antecedentes familiares de cáncer de pulmón.
Estas acciones, junto con evaluaciones médicas periódicas, constituyen herramientas clave para reducir la incidencia de esta enfermedad, especialmente en personas que no presentan los factores de riesgo tradicionales.
El cáncer de pulmón no distingue entre fumadores y no fumadores, y su avance silencioso lo convierte en un desafío de salud pública. Por eso, la prevención, el control ambiental y la detección temprana siguen siendo nuestras mejores aliadas para enfrentar esta enfermedad.
