Agro peruano crece 13,3% en 2025, pero necesita políticas diferenciadas
Lima, septiembre de 2025.- La agricultura peruana vive un momento de contrastes. Mientras el sector agroexportador mantiene un ritmo dinámico, la agricultura familiar —que representa el 97% de las unidades agropecuarias y constituye el pilar de la seguridad alimentaria— sigue enfrentando barreras estructurales que limitan su desarrollo.
En 2024, los envíos agrícolas alcanzaron un récord cercano a los US$ 12,700 millones, y en junio de 2025 las exportaciones crecieron 13,3% en volumen, consolidando la presencia de los productos peruanos en mercados internacionales. Sin embargo, la agricultura familiar continúa afectada por baja productividad, falta de capitalización, escaso acceso a financiamiento y alta vulnerabilidad climática.
En el marco del Día Mundial de la Agricultura, especialistas destacan la necesidad de implementar políticas públicas diferenciadas que fortalezcan a la agricultura familiar y promuevan un sistema agrícola inclusivo, sostenible y resiliente.
Jacques Julien, profesor e investigador del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico (CIUP), plantea que un paquete integral de medidas debería girar en torno a cinco pilares:
1. Tecnologías productivas y gestión del agua. Inversión en riego tecnificado, cosecha de agua y mantenimiento de infraestructura hídrica, priorizando microrregiones vulnerables.
2. Servicios de conocimiento y adopción tecnológica. Creación de una red nacional de extensión agrícola que combine asistencia presencial y plataformas digitales, enfocadas en prácticas de agricultura climáticamente inteligente.
3. Finanzas rurales y manejo de riesgos. Créditos verdes con garantías parciales, seguros indexados al clima y esquemas de micro-leasing para maquinaria y procesos de postcosecha.
4. Articulación comercial y compras públicas inclusivas. Alianzas con agroindustrias y fortalecimiento de la Ley N.° 31071 para garantizar mercados estables a la agricultura familiar.
5. Sostenibilidad ambiental e incentivos a la conservación. Implementación de pagos por servicios ecosistémicos, subsidios verdes, uso de bioinsumos y planes de restauración comunitarios.
“El éxito de este paquete dependerá del fortalecimiento organizativo y de la seguridad jurídica. Gobierno, sector privado y academia deben fijar metas graduales y medibles, acompañadas de un sistema de monitoreo que evalúe productividad, ingresos rurales, adopción tecnológica y sostenibilidad ambiental”, subrayó Julien.
El especialista sostiene que una agricultura más productiva y conectada a los mercados internacionales genera ingresos estables para los hogares rurales, lo que facilita inversiones en educación, salud y vivienda. Asimismo, contribuye a reducir la pobreza —que aún afecta al 41% de la población del campo— y disminuye la presión migratoria hacia las ciudades.
Más allá de su rol económico, la agricultura impulsa sectores complementarios como el turismo y la gastronomía, reconocida globalmente como un emblema del Perú. El auge de productos como espárragos, arándanos o paltas ha favorecido la instalación de plantas agroindustriales en regiones como Ica, La Libertad y Lambayeque, generando empleo formal y nuevas oportunidades para mujeres y jóvenes.
El crecimiento exportador del agro peruano confirma su papel como motor estratégico de desarrollo económico y social. Sin embargo, solo a través de políticas diferenciadas e inclusivas se logrará que este dinamismo se traduzca en reducción de la pobreza rural, resiliencia climática y mayor competitividad en los mercados globales.