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Usos y gastos de los hogares en Navidad

El mundo ha vivido un año atípico por causa del Covid -19 y de la mano de la emergencia sanitaria, se han evidenciado diferentes cambios en los hábitos y comportamientos de la sociedad. En medio de la incertidumbre y los avances de la vacuna, las personas empiezan a celebrar las festividades y no cabe duda que la temporada decembrina también tendrá una nueva forma de vivirla y disfrutarla.

Durante décadas, el consumo en épocas navideñas ha sido un momento feliz y productivo para la mayor parte del sector de consumo; con comercios que llegaban a facturar hasta el 60% de sus ventas anuales entre noviembre y enero de cada año. En esta oportunidad, muchas personas aprovecharon las fechas de descuentos en el país como el Black Friday para realizar las compras de Navidad de manera anticipada y según cifras de la plataforma Qempo los peruanos invirtieron alrededor de 5 millones durante el pasado 21 de noviembre, solo en compras en Estados Unidos, lo que evidencia la importante penetración del comercio electrónico como medio para encontrar las mejores ofertas evitando las aglomeraciones.

Ahora bien, cuando hablamos de la canasta familiar, la división de consumo masivo de Kantar, compañía líder mundial de datos, insights y consultoría, creó una “canasta navideña” basada en los productos más consumidos para Navidad, donde se evidencia que el año pasado hubo un crecimiento de 6% en volumen y de 7% en valor. Dentro de los principales productos consumidos están bebidas y alimentos prácticos de cocina como: aceite de cocina, agua embotellada, las bases y salsas de cocina, arequipes y manjares, arroz, café, caldos, carnes frías, cervezas, chocolates, crema de leche, galletas dulces y saladas, gaseosas, harinas, entre otros. Para Mario Arregui, Country Manager de Kantar para Consumo Masivo, actualmente el consumidor es mucho más racional, porque ante la situación de crisis económica se vuelve más precavido y desea encontrar más oportunidades en las que el presupuesto rinda más y pueda obtener el máximo valor por lo que está comprando. 

De acuerdo con un informe de OBS Business School, realizado por Rosalí León-Ciliotta, Colaboradora de la escuela, se manifiesta que, pese a la incertidumbre que hoy rodea el destino de las fiestas navideñas y de fin de año, el informe de consumo de Deloitte (2019), preveía en 2019 que el gasto estimado de cada hogar superaría los 550 €, con el 43 % correspondiendo a regalos, seguido de un 31% en comida (familiar, cenas de empresa, salidas con amigos/as, etc.) y un 26% acumulado separado para ocio y viajes. Sin embargo, este estimado habría que matizarlo con los cambios en la demanda, en el mercado laboral y en la contracción de la economía que la crisis sanitaria ha traído consigo, como la caída del PIB (Alonso, 2020) y la pérdida de alrededor de un millón y medio de trabajos hasta septiembre de 2020.

En cualquier caso, lo que podemos afirmar y para lo que debemos prepararnos es que a partir de esta experiencia las familias han generado nuevos patrones de consumo, que por un lado han agudizado algunas desigualdades, pero que por otro han generado una mayor consideración del gasto, del endeudamiento y del ahorro, así como una conciencia del consumo responsable que esperemos que se mantenga cuando la vida retorne a lo que será la verdadera «nueva normalidad» del mundo pospandemia.

Rosalí-León, -comunicadora por vocación, doctoranda en Educación y colaboradora de OBS Business School– ofrece algunas predicciones sobre los cambios que operarán en nuestros patrones de consumo en el futuro próximo (Rey-Biel, 2020), como que en adelante el consumo será más reflexivo y menos impulsivo. Si antes de la crisis sanitaria íbamos a comprar a más de un establecimiento (3,8 establecimientos al mes, para ser más exactos) y según lo necesitábamos (o nos apetecía), ahora casi 8 de cada 10 personas indican que planifican más su compra y procuran adquirir sus productos en un solo sitio, para no movilizarse tanto y exponerse lo menos posible (Aecoc & 40dB, 2020).

La pregunta que queda pendiente, sin embargo, y que solo responderemos en el tiempo es qué comportamientos volverán a ser como antes, cuáles se establecerán por un tiempo y cuáles habrán cambiado indefinidamente luego de la pandemia durante el proceso de recuperación de la economía.

En conclusión, si bien la pandemia ha cambiado casi la totalidad de las costumbres de vida y relaciones de las personas, aún existen algunos puntos en común que resisten y que se han reforzado o se han adaptado, como la mayor valoración de la familia o la burbuja de convivencia extendida. Hemos aprendido a cuidarnos más a nosotros mismos y a estimar más a quienes tenemos cerca, hipotecando quizá estos meses por unos mejores en el futuro, un futuro que empieza con algo de ilusión al dar arranque a la campaña navideña más pronto que tarde.