Ansiedad persistente: especialistas advierten señales de alerta en ejecutivos

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Lima, diciembre de 2025.- Las largas jornadas laborales, las metas cada vez más exigentes y la dificultad para desconectarse del trabajo están impactando de forma silenciosa la salud mental de los ejecutivos peruanos. Especialistas advierten que la ansiedad persistente se ha vuelto un problema frecuente en entornos corporativos, donde muchas veces se normaliza como parte del ritmo profesional, retrasando su detección y tratamiento oportuno.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), alrededor de 359 millones de personas en el mundo presentan algún trastorno de ansiedad, lo que equivale a aproximadamente el 4,4 % de la población global. Este escenario no es ajeno al Perú, donde los altos niveles de presión laboral y la hiperconectividad están generando un aumento de consultas por síntomas asociados a la ansiedad, especialmente entre ejecutivos y profesionales con cargos de responsabilidad.

La Dra. Patricia Paredes, directora médica de Pacífico Salud, explica que en los espacios corporativos la ansiedad suele confundirse con estrés laboral. “En los entornos empresariales es común que la ansiedad se normalice como parte de la vida profesional. Sin embargo, cuando la preocupación se vuelve persistente y comienza a interferir con el desempeño, las relaciones personales o el descanso, es momento de buscar ayuda médica”, señala la especialista.

Este tipo de ansiedad persistente no aparece de manera abrupta. Por el contrario, se instala progresivamente y puede pasar desapercibida durante meses o incluso años. La presión constante por cumplir objetivos, la falta de límites entre la vida personal y laboral, y la sensación permanente de urgencia son factores que contribuyen a su desarrollo, especialmente en cargos de liderazgo o alta responsabilidad.

Desde el enfoque psicológico, la Mag. Sheila Iglesias, psicóloga de SANNA Clínica El Golf, detalla los principales síntomas del trastorno de ansiedad generalizada, un cuadro frecuente entre ejecutivos:

Preocupación constante, con pensamientos repetitivos relacionados al trabajo, la familia o la salud, incluso cuando no existe una causa concreta.
Cansancio sin causa aparente, manifestado como agotamiento físico o mental que no mejora con el descanso.
Tensión corporal, que incluye rigidez muscular, dolores en cuello, espalda o mandíbula, y una sensación prolongada de alerta.
Problemas para dormir, como dificultad para conciliar o mantener el sueño, sobresaltos nocturnos o descanso poco reparador.
Dificultad para concentrarse, con pérdida de foco, olvidos frecuentes y sensación de saturación mental.

Según la especialista, cuando estos síntomas se prolongan en el tiempo, no solo afectan el bienestar emocional, sino también el desempeño profesional. “El trastorno de ansiedad persistente deteriora el rendimiento cognitivo, impacta en la toma de decisiones y reduce la productividad. Reconocer los signos y atenderlos a tiempo es clave para prevenir complicaciones mayores”, advierte Iglesias.

Además, diversos estudios indican que la ansiedad sostenida puede incrementar el riesgo de otros problemas de salud, como trastornos del sueño, afecciones cardiovasculares y alteraciones gastrointestinales. En el plano laboral, también se asocia con mayor ausentismo, rotación de personal y dificultades en el trabajo en equipo, factores que afectan tanto al colaborador como a la organización.

Frente a este panorama, las especialistas coinciden en la importancia de abordar la ansiedad persistente desde una mirada integral. Esto implica combinar atención médica especializada, acompañamiento psicológico y hábitos de autocuidado sostenidos en el tiempo. Entre las recomendaciones más relevantes se encuentran la actividad física regular, la desconexión digital fuera del horario laboral, una adecuada gestión del descanso y el establecimiento de límites claros entre el trabajo y la vida personal.

Finalmente, la Dra. Paredes subraya que la salud mental debe entenderse como un pilar del rendimiento profesional. “Cuidar el equilibrio emocional no solo mejora la calidad de vida de los ejecutivos, sino también su capacidad de liderazgo, la toma de decisiones y las relaciones interpersonales dentro del entorno laboral”, concluye.

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