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Una correcta desconexión en vacaciones es indispensable para la salud

Los últimos 18 meses han generado todo tipo de problemas relacionados con el estrés en la vida laboral, personal y familiar en millones de personas. Para muchos, las actividades relacionadas con la vida laboral requieren, en algunos casos, una enorme inversión de tiempo y recursos, al punto que se aumentaron a partir de la pandemia y el trabajo en casa.

No en vano, aproximadamente la mitad de las horas que pasamos despiertos las dedicamos directa o indirectamente a ellas -incluso- hay ciertos casos en los que se dedica más tiempo de lo recomendado.

“Es por este motivo que resulta fundamental encontrar momentos adecuados para el descanso, tanto a lo largo del año como durante los periodos vacacionales. Estos últimos no solamente ofrecen la ocasión para desconectarse de la rutina, sino también de reconectarse con facetas que no deberían descuidarse como la familia, amigos, el ocio y el deporte, por nombrar algunos”, explicó Joaquín Mateu Molla, Profesor de la Carrera en Psicología y de la Maestría Oficial en Gerontología y ACP de VIU – Universidad Internacional de Valencia.

Asimismo, Mateu recalcó que hay que ser conscientes de que la desconexión del trabajo no es sencilla y puede suponer alto esfuerzo porque implica cambiar las rutinas establecidas.

Las vacaciones o los momentos de pausa son tiempos oportunos para realizar proyectos postergados, además para dedicar horas a gustos agradables, divertidos y relevantes como ver películas, leer o practicar deporte. También es la oportunidad privilegiada para estrechar los lazos con los seres queridos, programando momentos compartidos y minimizando el uso de las redes sociales.

“Resulta bastante importante informar tanto a los compañeros de trabajo como al resto de las personas implicadas como clientes o proveedores que -efectivamente- usted se encontrará en un periodo de descanso, reseñando asertivamente que no podrá responder a solicitudes hasta el día concreto en que finalice. No puede olvidar que el descanso jamás ha de entenderse como un privilegio, sino como algo esencial para preservar la salud física y emocional en un mundo que se mueve a velocidades vertiginosas”, señaló el profesor de VIU Joaquín Mateu.

La necesidad del equilibrio

Trabajar puede resultar en un esfuerzo notable a diversos niveles, tanto físicos como psicológicos, con el consecuente desgaste que todo ello pudiera generar. Así, podría definirse como una situación de estrés más o menos importante, o como una serie de retos que ponen a prueba nuestros recursos de afrontamiento y que no es posible sostener indefinidamente, al menos no sin consecuencias negativas, de ahí la necesidad de su alternancia con períodos vacacionales y fines de semana.

Recordemos que el cuerpo humano está diseñado para soportar situaciones altamente demandantes, pero que los mecanismos fisiológicos y psicológicos que sirven a este fin no pueden prolongarse excesivamente. Pese a que la mayoría somos conscientes de esto, muchas personas sufren ansiedad en el momento en que asumen una distancia provisional de sus responsabilidades.

La decisión de disfrutar de las vacaciones debe ser firme y no algo que se asuma de forma parcial, por eso laborar en un viaje o días de descanso se debe evitar a toda costa. Interrumpir las vacaciones para ceder a la ansiedad no va a dar ningún resultado positivo a mediano o a largo plazo, pues el alivio inicial acabará cediendo paso a una más profunda y duradera sensación de frustración y desasosiego.

“Una de las consecuencias es la persistencia del estrés que se asocia de forma directa al trabajo. Si bien el estrés no es negativo en sí mismo; cuando este se prolonga promueve una serie de cambios fisiológicos que pueden afectar órganos, sistemas y funciones cognitivas”, enfatizó Mateu.  

El docente de VIU explica cómo una de las resonancias más comunes es la aparición de quejas tales como dificultad para concentrarse o para memorizar, las cuales se asocian al efecto nocivo del cortisol (la hormona del estrés) sobre las células del hipocampo y de la corteza prefrontal. Tal estrés perjudicial también es conocido como el distrés, el cual tiene la capacidad de perturbar el estado de ánimo y la calidad del sueño.

Otro problema frecuente y relacionado al estrés es el denominado Burnout, una cascada de síntomas que se relacionan con las condiciones del trabajo y con los mecanismos para hacer frente a las demandas que se imponen.

Cuando no se descansa adecuadamente se está contribuyendo -de forma decisiva- a su aparición; y por tanto a la irrupción de sentimientos de desesperanza, a la erosión de la motivación e incluso a una posible despersonalización (trato desconsiderado hacia clientes, pacientes u personas en general). Es una situación que puede precipitar síntomas de ansiedad y depresión, así como sensaciones de vacío y de pérdida de sentido respecto al proyecto que algún día las personas se trazaron para su vida.