El arte para aportar a la salud emocional, como islas de encuentros, espacios de vínculos y actos de resistencia
La pandemia nos sigue afectando a todos. Nuestra necesidad de diálogo, de afecto, de expresión libre, se han visto limitados o giran en torno a situaciones altísimas de estrés; sin duda todo ello, está calando en nuestra salud emocional, en nuestra memoria física y mental. ¿Cómo aliviamos esta situación?
El arte en sí mismo, es una herramienta liberadora que nos conduce a encontrarnos y a entender el mundo que habitamos, desde una perspectiva más humanista. Nos ayuda a vencer el miedo, a encontrar soluciones creativas, a pensar en colectivo, a imaginar con optimismo y a curar nuestras heridas emocionales, no en vano existe la especialización en arte-terapia.
Es por eso, que el arte debe estar en primera línea. Para sanar desde el plano emocional, no podemos obviar que somos seres integrales y que nuestras defensas también dependen de nuestras emociones.
En Shaya, entendemos al arte, como una herramienta pedagógica, que aporta a la dignidad y la libertad individual y colectiva. Creemos en la importancia del desarrollo integral (mente, cuerpo y energía), como un todo indivisible. Trabajamos desde el cuerpo y en la consciencia de nuestros sentidos, como el camino para llegar a “estar presentes” y entendernos plenos y diversos.
Confiamos en el arte, como un vehículo que nos permite escucharnos y escuchar todo lo que hay alrededor, para sentirnos desde el respeto y actuar pensando en todos los seres vivos. El juego y la escucha latente nos sirven de impulso para confiar en nosotros y en nuestros compañeros, para crear, no desde la imitación, sino desde la particularidad de cada uno y la suma de energías.
Por eso y más, es importante que pensemos en el arte y la cultura como un derecho, el derecho de vivir plenos. Por eso, en Shaya no paramos. Tratamos de seguir creciendo e invitamos a todos y todas a participar en nuestros talleres que estarán durante todo el año como islas de encuentros, espacios de vínculos y actos de resistencia.
Talleres de teatro, cuentos, un club de lectura, taller de danzas de tijeras, de zapateo afroperuano, tap dance y percusión corporal. Además de enseñar el idioma quechua cantando y contando. El taller de Creación colectiva, Artivismo y transformación social. Y finalmente, un acompañamiento psico-artístico y talleres para padres, de manera permanente.
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